Ayer fue
el Día Mundial de la Alimentación, que ha tenido como tema principal la
agricultura familiar. Con ello la FAO ha pretendido promover la sensibilización sobre la
agricultura familiar y los colectivos de la pequeña agricultura, aprovechando
que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 2014 “Año
Internacional de la Agricultura Familiar”.
Este ámbito juega un papel clave en la erradicación
del hambre y la pobreza, la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición,
la mejora de los medios de vida, la ordenación de los recursos naturales, la
protección del medio ambiente y el logro del desarrollo sostenible, en
particular en las zonas rurales.
La agricultura familiar, tal y como señala
la campaña tiene un importante papel socioeconómico, ambiental y cultural; está
ligada de manera indisociable a la seguridad alimentaria mundial; rescata los
alimentos tradicionales, contribuyendo a una dieta equilibrada, a la protección
de la biodiversidad agrícola del mundo y al uso sostenible de los recursos
naturales; y representa una oportunidad para dinamizar las economías locales,
especialmente cuando se combina con políticas específicas destinadas a la
protección social y al bienestar de las comunidades.
En días como el que se celebraba ayer, no podemos olvidar que todavía hay 805 millones de personas crónicamente subalimentadas, como señala el último informe de la FAO, El Estado de la inseguridadalimentaria en el mundo, 2013. Es decir, millones de personas que no tienen garantizado su derecho a la alimentación.
Tampoco debemos olvidar el papel que juegan los intereses comerciales y políticos en todas las cuestiones que afectan a este derecho.